Para meditar (4): de las faltas.

Soberbia


Piensa cuanto tiempo há que comenzaste con tus faltas, á pecar, y mira desde aquel primer instante cuanto se han multiplicado éstas en tu corazón: cómo las has acrecentado todos los días en contra de tus creencias, contra ti mismo y contra los demás, por obra, por palabra, y por deseo y pensamiento.


Para terminar de leer el artículo "picar" en "Leer más..."


Considera tus malas inclinaciones, y cuántas veces te has dejado llevar de ellas, y por estos dos puntos conocerás que tus culpas son más que los cabellos de la cabeza y las arenas del mar.
Deseo, envidia
Considera aparte el pecado de ingratitud a tu fe, que es una falta general que se extiende por todos los demás, y los hace infinitamente más enormes. Mira, pues, cuántos beneficios te ha hecho la providencia, y como de todos ellos has abusado contra el dador; pero singularmente piensa cuántas inspiraciones has despreciado, y cuántos buenos movimientos has inutilizado, y sobre todo cuál ha sido el fruto de los beneficios que has recibido. ¿Dónde están aquellos preciosos joyeles con que te había adornado tu fe? Todo ha quedado cubierto con tus iniquidades. ¿Con qué preparación has llegado á recibirlos? Repara bien esta ingratitud que habiendo tu credo corrido tras ti para salvarte, tú has huido siempre de él para perderle.
Perversión
Confúndete de tu miseria. ¿Cómo me he atrevido á comparecer ante mi conciencia? ¡Ay de mí, que soy un apostemo del mundo y una piscina de ingratitud y de iniquidad! ¿Es posible que á tanto ha de haber llegado mi deslealtad, que ni un sentido del cuerpo, que ni una potencia del espíritu haya quedado sin pervertirla, violarla y contaminarla, y que no haya dejado pasar un día siquiera de mi vida en que no haya producido tan abominables efectos? ¿Es esta la debida paga  de los beneficios de mi hado?

Mentira
Pido perdón como aquel hombre o mujer que ha manchado el lecho conyugal con toda suerte de adulterios. ¡Ay de mí! Habed  piedad de este miserable. No más ya, no más abandonarme a la falta. ¡Ay de mí! Harto la he amado hasta ahora; ya la detesto. Para borrar las faltas pasadas me acuso de ellas con valor, y no dejaré ni una que no manifieste. Haré todo cuanto pueda para desarraigarlas enteramente de mi corazón, en particular estas y aquellas, que más me molestan. Para hacerlo así, abrazaré constantemente los medios que me aconsejen, no pareciéndome jamás que ya he hecho bastante para reparar tan grandes faltas. Ofrezco de corazón estos medios para ponerlos en práctica. Pido se me den fuerzas.

Comentarios

LO + DEL MES