El Nanbudo en Huesca (5). Karate Shukokai Romero

平成23年4月11日

ｳｴｽｶの南部（五番目）: 初期(しょき)

1980.

Mario Cristóbal y José A. Marco

Avance: 
Entre una quincena de practicantes formamos ahora el club Karate Romero y Mario dirige los entrenamientos. José Antonio cumple con el servicio militar en Canarias donde practica Shorinji kempo. Licencia de José Antonio, que tras su llegada a Huesca comparte el dirigir las clases con Mario. Investigación de José Antonio a través de medios escritos sobre técnicas y conceptos de karate, con el fin de dar una nueva dimensión a los métodos seguidos hasta ahora en vistas a dirigir las clases que se vienen impartiendo en nuestro club.
Como dije anteriormente, Mario Cristóbal continuó con la responsabilidad de dirigir los entrenamientos, cosa que hizo de forma admirable y con su acostumbrada marcialidad y respeto a las tradiciones. Los componentes del club se consolidaban en un número de entre 10 y 15 personas habida cuenta que entraba gente nueva, retornaban personas que habían dejado de entrenar anteriormente y dejaban de hacerlo otras.

José A. y Carmelo Marco

 Recuerdo de conversaciones mantenidas con Mario, que se preocupaba porque nuestros conocimientos del karate estaban limitados a su nivel de cinto verde, que tanto él como nosotros necesitábamos de nuevos conocimientos para una progresión. En efecto, las clases se centraban fundamentalmente en el kihon tradicional del Shukokai aprendido de Adolfo, de kihon-kumite y trabajo de los escasos kata de que teníamos constancia, principalmente los Shiho-tsuki y los kata Pinan (creo que Mario solía repasar un kata superior Ji-in o Ananko… no recuerdo bien), y nos hallábamos en una fase de estancamiento.

Esperábamos como “agua de mayo” el retorno de mi hermano José Antonio que desde Canarias nos comentaba de sus prácticas de Shorinji Kempo y nos prometió a su “licencia” del servicio militar, pasar unos días por Campillos (Málaga) para visitar a Adolfo a fin de darle noticias del club que habíamos creado y exponerle nuestras necesidades de progreso.

Mario Cristóbal y Carmelo Marco

Cuando José Antonio llegó a Huesca ya licenciado, es cierto que apreciamos sus experiencias adquiridas en Canarias, él y Mario dirigían conjuntamente los entrenamientos, pero poco a poco aquel estancamiento se fue haciendo más real. Mario delegó en José Antonio, entonces cinto naranja, el dirigir la mayoría de las clases. José Antonio en aquellos tiempos era un “devorador de revistas”, investigaba a través de los libros de Nakayama (Shotokan) técnicas que introducir en las clases en pos de un progreso. Adquiría conforme avanzaba el tiempo un carisma especial de profesor. Yo recuerdo de entonces, que empezamos a trabajar, lo que luego descubrimos era algo muy fundamental en el karate, el ippon-kumite. O cosas como por ejemplo, realizar los shiho-tsuki con nunchaku (entonces practicamos mucho los nunchaku pero sólo en su faceta de habilidad) y trabajo de kihon con tonfa y nuncha k u. Todo esto eran evoluciones propiamente suyas que creaba con la sola ayuda de leer revistas, libros, etc.  De entre aquellas revistas de la época (el Budoka, Dojo, Karate…) y 

José Antonio Marco

la proliferación de películas de Bruce Lee y la popularidad del Kung Fu, la aparición de personajes como Bill Wallace, Joe Lewis, Dominique Valera… comenzó a llamarle la atención las técnicas de pierna. Se obsesionaba y nos empujaba al entrenamiento de la elasticidad y del geri-waza, no había lugar ni momento en que estuviera realizando cualquier tipo de abertura de piernas. Compramos un saco de golpeo, intensificó el uso del makiwara, realizábamos rompimientos… pero faltaba evolución, progresión.

Ocasionalmente asistía a verme entrenar Taekwondo y comenzó a bajar a Zaragoza para visitar gimnasios donde se practicaba Karate. Viendo como se impartían las clases en aquellos dojos fue tomando más y más conciencia de la necesidad de entrenarse con alguno de aquellos profesores que iba visitando, pero la elección de entre lo que iba viendo era difícil, vio cosas que no le gustaban, y de entre las que si, aparecía el dilema de hacia donde encaminarse.