Para meditar (2): Destino ¿para qué somos?
No te ha puesto el Destino en este mundo, porque
tenga necesidad alguna de ti; pues eres para el Destino totalmente inútil. Te
ha criado solo para ejercitar en ti su bondad dándote su gracia y su gloria. A
este fin te ha dado entendimiento para que lo conozcas, la memoria para que te
acuerdes de él, la voluntad para que le ames, la imaginación para que tengas
presente sus beneficios, los ojos para que veas las maravillas de sus obras, la
lengua para que le ensalces, y así de todas las demás facultades.
Puesto que has sido criado y colocado en el mundo con
este fin, debes echar de ti, y evitar todas las acciones contrarias a él: y las
que a él no conducen, menospreciarlas como vanas y superfluas.
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Considera la infidelidad de los mundanos, que no
piensan jamás en esto, antes viven como si creyeran haber sido criados para
edificar casas, plantar árboles, juntar riquezas, y emplearse en niñerías.
Confúndete, echando en cara a tu alma su miseria, que
ha sido tan grande hasta ahora, que poco o nada ha pensado en todo esto. ¡Ay de
mí! Dirás, Destino: ¿en que pensaba yo, cuando no pensaba en ti? ¿de qué me
acordaba, cuando me olvidaba de ti?¿qué amaba, cuando no te amaba a ti? ¡Ay de
mí! Debía apacentarme con la verdad, y me hartaba de vanidad, y servía al mundo
que fue criado para servirme.
Detesto la vida pasada: pensamientos vanos, discursos
inútiles, os desecho; memorias abominables y frívolas, os detesto; amistades
infieles y desleales, servicios perdidos y miserables, gratificaciones
ingratas, complacencias enfadosas, os renuncio.
Y vos, Destino, vos seréis hoy el único objeto de mis
pensamientos, jamás he de emplear mi entendimiento en cosa alguna que pueda
desagradaros; la grandeza de vuestra benevolencia, que tan dulcemente habéis
ejercitado conmigo, ocupará mi memoria todos los días de mi vida; vos seréis
las delicias de mi corazón y la suavidad de mis afectos. De aquí en adelante
miraré con horror tales y tales fruslerías y diversiones en que me ocupaba,
tales y tales ejercicios vanos en que empleaba los días, tales y tales
aficiones que prendaban mi corazón, y para esto usaré de tales y tales
remedios.
Porque… Destino, tú eres el Todo y la Nada, la
Creación y la Muerte, el Alma o el Espíritu, el Ying o el Yang… el Chi… la
Vida… tú eres Yo, y Yo debe estar en paz con Yo.
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