El dialogo (II)

El niño, en las entrañas, participa en su esencia de la madre y del padre. Una vez que ha nacido, el diálogo se vuelve difícil de entablar, pues la afinidad de las sensaciones deja de existir. Entonces, se puede decir que la naturaleza del verdadero diálogo pasa antes que las palabras.
EL verdadero diálogo debe ser natural, sencillo, sin énfasis, directo y sin violencia. Que difícil es ser natural y sencillo. El supuesto diálogo no sirve la mayoría de las veces, más que para disimular el miedo. Se puede sentir que la arrogancia esconde el miedo a ser ignorado: vasta con tomar un poco de distancia para verlo mejor. Hay algunos que no resisten las ganas de contradecir a los demás y contradecirse. Se arriesgan a liarse. Hay otros, también,  que sólo escuchan las cosas cambiando letras y sílabas para darle otro sentido. Quizás logren así su objetivo momentáneo, pero esto no funciona cuando se desea obtener un resultado preciso. También hay otros, que toman sus deseos por realidades... los acontecimientos posteriores podrán desengañarlos. 
El diálogo no es un gran discurso. Es un medio de concentrar la atención. Y con los niños, la atención bien concentrada, de vez en cuando, basta para remediar la situación.

Comentarios

LO + DEL MES