SANKŪKAI NO SANI ITTAI.SHIBANME. 三空会の三位一体。四番目.

第四の三体: 三空道, 武道の概念.
DAISHI NO SANTAI: SANKUDO, BUDŌ NO GAINEN.
CUARTA TRIADA: SANKUDO.EL CONCEPTO DE BUDŌ.
Hasta ahora, hemos estado repasando aquellos conceptos de interpretación que formaron parte de la idiosincrasia del Sankukai, en un plano, por decirlo de alguna manera, más “internos, conceptuales o Yin”. Pero no cabe duda que, fundamentalmente, un arte marcial es PRÁCTICA. Entonces, veamos como toda esta simbología puede acompañarnos en cada uno de los momentos, en cada una de acciones… que llegan a desarrollarse en una sesión de trabajo, en el entrenamiento: los aspectos externos o Yang: la técnica.
Ahora en la nomenclatura del escudo, los elementos adoptan significados distintos, aparentemente. Estamos no en vano ante los conceptos “BUDO”, del Budō como práctica. 

Toda práctica lleva intrínseca una línea, unas directrices, es lo que llamamos : camino. Un recorrido que nos conduce atravesando una serie de pautas que supone el aprendizaje, el “ShuHaRi” del arte marcial.

Espíritu y técnica no se pueden dividir, son uno y por lo tanto como “uno” deben ser entrenados. “Espíritu, técnica y entrenamiento” están representados en el círculo “SAN” y representa el equilibrio Yin-Yang (lo duro y lo blando… lo interno y lo externo… la contracción y la des-contracción) porque el proceso físico y el desarrollo mental deben sucederse simultáneamente en el entrenamiento, ir de la mano.

La fuerza física y el Ki se encuentran en el juego tensión-relajación, La respiración aporta energía y aquí reside la esencia del “Kime” que fundamentalmente es el “momento” donde técnica, fuerza y Ki se unen. Y sobre todo el “tempo” desde donde se considera además, factores como la atención, la distancia, la acción-reacción, velocidad-lentitud… LA INTENCIÓN.

Sólo nos falta agregar “KU”, el círculo blanco, que representa el “TODO”, es el elemento puro: la persona y el espacio, el practicante y el “tatami”. Nos aporta el sentido de existencia en un momento y en un lugar puntual… “ahora”… y “ya no”, instantes después. El momento técnico o kime o punto intencional, sucede en un instante fugaz, puntual, desapareciendo conforme aparece. “KU” es sinónimo del movimiento y de la acción: reúne el “Tenshin” (転身) o “esquiva” y el “Kaiten” (回転) o giro, verdadera identidad del Estilo, máxime en aquel entorno inicial de un Karate vertical y tosco.

Todo esto fluía en una cabeza de apenas una treintena de años, en la cabeza de un joven “loco, descabellado y solitario”, en la mente tenaz y tozuda de un joven japonés indisciplinado, como fue criticado… y al mismo tiempo admirado. Pero fue fiel siempre a sí mismo, creía en sí mismo y su fe le llevó a ser considerado como uno de los Grandes.
 
La idea del Maestro Nanbu fue siempre fue muy insistente: usar el uso de la fuerza del Uke (adversario) contra él mismo. Para ello se aplicaba continuamente el uso del “Tenshin-uke, Tenshin-zuki, Tenshin-uke-zuki, Tenshin-geri… o de los “Kaiten-zuki o kaiten-geri”, etc., etc. Esta era la expresión más correcta en la adaptación ante el adversario, acostumbrase desde el inicio a usar su propia fuerza, potencia e inercia en contra de él mismo, para mayor capacidad propia de reacción en la autodefensa y/o contraataque.

Todo esto, esa relación armoniosa con el oponente, que proponía Doshu Nanbu, no disminuía la efectividad de sus técnicas, normalmente en la contra, siendo en ocasiones, con el uso de los Kaiten… devastadoras, y chocaba con la hasta entonces propuesta del Karate básico que se estaba instaurando en Europa, donde prevalecía la oposición al contrario por la contundencia de la técnica, a menudo dotada del uso de la fuerza. 

En base a esta “relación armónica del uso del Tenshin y del Kaiten” el Maestro Nanbu decía una y otra vez: “…ya sé que esta es la idea de la mayoría de las artes marciales, al menos de las que yo he practicado. Pero también veo, que a menudo esta filosofía es olvidada en la práctica… ¿debido a su dificultad?”
 
También, sobre esto y en referencia al Kumite, decía: “En esencia, la prioridad en Sankudo (o Sankukai), no es oponerse al adversario por la fuerza, sino mediante el establecimiento de una relación armoniosa con su oponente, el uso de la esquiva y el uso de defensas y ataques circulares en busca de hacer explotar el poder del adversario contra sí mismo… cuando tu eludes el embiste del oponente, la inercia de éste continúa… y el círculo que describes en tu esquiva… o en el kaiten, te aporta un gran empuje que se suma al ímpetu del adversario, que además queda en situación precaria… eso es demoledor para él… esa es la importancia del círculo… Es en la creatividad, donde las Artes en general y las Marciales en particular buscan su esencia. Potenciando este sentido generamos energía, vital para incentivar la intuición, la sensibilidad y la imaginación. Sankukai no es solamente para los competidores o para las personas fuertes, es una escuela que se adapta a todos”.

O sobre los Randori: “…en Sankudo, el “randori no kata” son sucesiones convencionales de técnicas de “ippon kumite” y representa la etapa intermedia entre el aprendizaje del gesto técnico y la utilización sabiamente correcta de esta técnica como medio de intercambio en un enfrentamiento libre y espontáneo. Por las acciones premeditadas, el randori representa la formación y explotación del inventario de todas las respuestas deseables en los fundamentos del Sankudo, en una situación definida: es el escenario del gesto técnico… que es el molde en el cual se da forma al alumno. El valor técnico del randori no presenta dudas porque educa la mejora de la respuesta en la precisión y sincronización del gesto. Adaptarse es elegir, y para elegir, debe haber varias posibilidades. “Randori no kata” conduce a la armonía mental entre los compañeros, es decir, una mejora mutua: Tori sirve para dar valor a Uke. “Randori no kata” debería ser un paso hacia el diálogo donde la expresión espontánea es libre y los roles igualmente importantes”.
Y sobre los Sanku: “…en los Sanku, puede sentirse uno totalmente libre, sin importar el número de oponentes. Todos los otros kata, también deben ser ejecutados en el mismo orden, en esta misma idea…”.
 
Hasta ahora en las cuatro distintas fases de la filosofía Sankukai que hemos visto, se ha acentuado en la inseparabilidad “cuerpo-mente-espíritu”, y es que la tradición da mucha importancia a la ascesis “corpóreo-espiritual” en un camino de entrenamiento que ayude a salir del egocentrismo a través del cultivo del cuerpo. 

Pero apenas hemos hecho referencia al Ki (気), y para acercarnos a esa tradición oriental, este es muy importante. Ki es similar al Prāna sanscrito, al Pneuma o Psychè griego, al Espíritu (o incluso Fe) cristiano, o al Rūah hebreo. Todos ellos hacen referencia al principio vital o a la energía vital.

Antiguamente, en oriente, el Ki o Chi se encontraba relacionado con los fenómenos naturales, en especial con el viento. Tal es así que el ideograma o kanji del Chi está formado por el “arroz” como base alimentaria y que da estabilidad a la vida y el “vapor que forman las nubes” cuyo don es la lluvia.

Para ser justos, es necesario tener presentes de cara a la práctica de elementos igualmente omnipresentes en todo entrenamiento de la tradición marcial que tampoco pasaron inadvertidos al Maestro Nanbu: Ki, Shugyō y Shintai.

CORPORALIDAD (身体SHINTAI).
La corporalidad: “el ser propio” y “el cuerpo”, el observar “el sí mismo”. Es esencial en la vida humana convivir con todos los seres vivos, tanto animales como plantas… con la naturaleza, tener una vida natural. El ser humano convive con la naturaleza a la que no considera como un objeto a captar, por ello, tampoco se considera a la corporalidad o Shintai como otro objeto apartado del alma (mente) o espíritu: debe haber convivencia con ellos. 

Esta convivencia, o unidad, se expresa plenamente en el término Shinshin (心身): mente y cuerpo. Esta unidad natural cuerpo-mente se mantiene e incluso crece con el autocultivo (心身一如 Shinshin’ichijo: Unidad cuerpo y mente), tal y como ofrecen por ejemplo las artes marciales y las de vida/salud. El entrenamiento de este auto-cultivo nos lleva a la interpretación de otro importante término: Shugyō.
 
PRÁCTICA (修行SHUGYŌ) y ENTRENAMIENTO (稽古KEIKO).
* Shugyō.
Es el camino, la actividad o el cultivo, para poder adquirir la sabiduría de la iluminación a través del entrenamiento del cuerpo-espíritu. Una forma de este “entrenamiento” es la práctica de las artes marciales, disciplinas con enfoque hacia la salud y bienestar, o ciencias con enfoque hacia la meditación.

La cultura oriental, taoísta, nos dice de no debe existir separación entre el entrenamiento corporal y los ejercicios espirituales, ambos deben de coexistir para dotar de verdadera sabiduría al practicante. En el Budō (武術), en el Sankukai, se acentúa también el movimiento del cuerpo y de la mente, e incluso los sentimientos, y su fundamento es la búsqueda de esa unidad entre Gi (技Gi, Waza: técnica) y Shinshin (unidad cuerpo-espíritu). El crecimiento técnico es inseparable del crecimiento de la mente, no puede haber un crecer del uno sin el otro, como sucede con el Yin-Yang. Los dos crecimientos: técnico y mental, se logran mediante el ejercicio o entrenamiento corporal.

Hoy es necesario hacer hincapié en el trabajo de lo espiritual, pues se está dejando de lado, es lo que lleva consigo la deportivización;  pero antaño, en el trabajo del Budō, esto iba más unido: en su entorno había que afrontar  la “muerte”, y era necesario adquirir el verdadero espíritu del guerrero mediante la técnica afinada y el cultivo del cuerpo-mente.

Para obtener hoy, el dominio de un arte de alta calidad, es necesario tener como objetivo el entrenamiento del Shinshin’ichijo (autocultivo), Sankukai es un recurso importante para aprender los movimientos del cuerpo y de la mente. La idea Sankukai insiste en la importancia tanto del Shugyō pero sin descuido del Keiko (稽古 entrenamiento, formación, la práctica)… es importante un “salir de sí” y un “salir fuera del dualismo” para recuperar la unidad “mente-cuerpo”.
 
* Keiko (稽古)
Se traduce como el entrenamiento, la formación o la práctica. También toma el sentido de “reflexionar sobre los problemas antiguos” y denota que todos los días lo son de “práctica”. Keiko se entiende en el Budo como “entrenamiento” necesario para estar fuerte, para adquirir la energía día tras día para que nos permita el avance por fortalecimiento físico y técnico en el arte marcial. La idea e Keiko es mejorar la formación a través de centrarse en las “antiguas verdades” pertinentes a la construcción de la propia alma, el llevarlas a la práctica y después reflexionar sobre ello. Su contenido es la mejora permanente: no mantener la forma y no preservar la habilidad… sino mejorarlas cada día.

Keiko, es lo que se practica en el Dojo, tanto las técnicas como la forma en que se hacen. Puede llegar a ser muy profundo y es muy pródigo en detalles a ser estudiados al “por menor”. Cada técnica, cada bunkai, se estudia meticulosamente, no se deben buscar acortamientos, facilidades o atajos, el Keiko es la purificación de la técnica o gesto y busca eliminar las imperfecciones técnicas y espirituales. Pero todo esto sin olvidarnos que Keiko proviene del concepto de cultivo personal de la ascesis o Shugyō.

ENERGÍA VITAL (気KI).
Ki, es muy común verlo relacionado con la respiración, por ser este el acto principal de los seres vivos.

風は地と天の気息です。
Kaze wa ji to ten no kisokudesu.
“El viento es el soplo de la tierra y del cielo”.

Identificar el respiro con el viento o el aire, es la visión antigua de la vida en muchas culturas. En el lenguaje japonés Ki se utiliza en varios sentidos y forma parte de otros tanto términos, por ejemplo: tenki, kion, kihon, kiai, kisei, kiryouku, seiki, genki… y muchos más.
Una de las definiciones que más me gusta es el detallarlo como un flujo no visible pero que puede ser sentido dentro de nuestro espacio y de la naturaleza. El Ki está en el cuerpo humano y entre las personas, y nos hace sintonizar unos con otros y construye la relación interpersonal.

También puede expresarse como un “ánimo”, un flujo energético o una energía desconocida que fluye por todos los sitios, tanto dentro como fuera del cuerpo. Este flujo hace “vivir” a los seres vivos. 
 

El flujo del Ki ha contribuido a desarrollar a las artes marciales, las distintas formas de medicinas orientales, escuelas de meditación, etc. De hecho, en el Karate existe un término, “Kiai” (気合い), que es el arte de entrenar o de cultivar el Ki, aunque es más conocido como “espíritu de lucha”. En Aikido y otras escuelas, suelen usar tanto Kiai como Aiki, o sea, el intercambio posicional de los kanji: sin entrar en demasiados detalles, decir que esto es utilizado para definir los aspectos interior y exterior del mismo principio; también Kiai puede hacer referencia a la manifestación o emisión de la energía interna, y Aiki sirve para designar a la coordinación del practicante con la energía del contrario.

En China al arte de entrenar y cultivar el Ki o Chi se le llama Chi-Kung o Qi-Gong (気功), Kikō en Japón, y hoy está muy extendido en todo occidente como arte de salud y longevidad, aportando una mejor calidad de vida cuando existe perseverancia en su trabajo.

El Ki es como un flujo peculiar de energía que reconforta, tonifica o fortalece nuestro organismo en su circulación por nuestro cuerpo a través de los meridianos (経絡 keiraku), siendo éstos, una mediación que vincula el cuerpo (materia) con la mente o el espíritu. 

Podemos decir que la función o el fin, del entrenamiento (Keiko) y del autocultivo (Shugyō), es el de integrar el poder o fuerza inconsciente en la zona de lo consciente. O esto, al menos, debería ser la aspiración del practicante. Esto en japonés se denomina “Shinki itchi” (心気一致, coincidencia o unanimidad de la mente (alma) y el Ki): la armonía.
Teniendo presente la noción del Ki en cada sesión de entrenamiento, en la que se hace trabajar al alumno tanto en el refinamiento de la técnica, en el mantenimiento y mejora física, la perseverancia, etc.; como en el entrenamiento del Shinshin’ichijo (autocultivo)… ayuda a retornar a la espiritualidad: ese estado de ánimo procedente de la unidad “cuerpo-espíritu”. 

Las características del estilo Sankukai, lo que fue sin duda la nueva forma de entrenar Karate, una nueva forma de motivar y de convivir entre sus practicantes, ocasionaba una “aureola” de emotividad que originaba un fluir del Ki inexpresable, un flujo ideal y necesario por otra parte, para la integración, en la persona o incluso en el grupo, del proceso o procesos que de origen psíquico tienen influencia en lo corpóreo: la mente apropiada es el flujo del Ki a través de su conciencia, de sus sentimientos. El Ki, esa energía digamos mental, no es una función que podamos percibir en consciencia, al menos normalmente, se trata de una función… quizás nueva para la mayoría, en la que la conciencia puede convertirse en perecedera.

Si bien es cierto que el Maestro Nanbu fue un adelantado y pionero en la introducción de la teoría en los cursos marciales junto con la técnica, que profundizaba en los aspectos biomecánicos de cada gesto técnico y que luego plasmaba con exquisita facilidad en la aplicación y ejecución, esto no eximía de la insistencia del Ki en cada una esas ejecuciones.

La energía tiene muchas formas de manifestarse en el desarrollo del entrenamiento, no sólo es la tensión muscular, pues ella no puede ser mantenida en todo momento. Es necesario trabajar con la naturalidad, con la relajación y buscar el equilibrio preciso entre estos dos opuestos: tensión y relajación. Ambas son generadas por acciones musculares que ocasionan esos dos estados, tras recibir los correspondientes “mandatos” del cerebro o de la mente. Todo esto se estudia y se pone en práctica durante el entrenamiento, en el Keiko. En el Kihon, la base, se ejecutan los distintos elementos de desarrollo gestual acompañado con los correspondientes desenvolvimientos biomecánicos. Pero también aparecen términos que son fundamentales como: Ma-ai, Zanshin, Kime- Kiai, etc., que irremediablemente deben ir asociados a cada una de las técnicas referidas. Todos estos términos también forman parte del Kihon y del Keiko: del trabajo del Ki

Pero el Ki, además como estado de “intención” que es, en cada técnica, también es el conductor de la “atención”. El momento o la necesidad hacen que la mente genere la “idea” y ésta es recogida por el “Ki” y llevada a efecto cuando se produce la “decisión”. Y esto es un tipo o forma parte de un entrenamiento de cara al autocultivo, que no quita de la dualidad maestro-alumno, pero donde el sujeto practicante debe de ir experimentando el “interiorizar” primero y “comprender” después cada una de las cosas que le han ido siendo enseñadas: esto es, desde un cierto punto de vista el Shugyô

Shugyô no busca la no-dualidad del alumno con su guía o maestro, quizás refuerza esa dualidad, lo que sucede es que no hay que confundir los términos, y esto sucede a menudo en la mentalidad occidental, muy propensa a la disección y etiquetaje de todo concepto o incluso técnica. Se ha dicho que Shugyô es el entrenamiento (keiko) del autocultivo: del cultivo personal corpóreo y del cultivo personal espiritual visto como una unidad…  心身一如 Shinshin’ichijo: Unidad cuerpo y mente.

El trabajo del cuerpo y de la mente juntos como una sola cosa (心身一体, Shinshin'ittai) es mucho más complejo que el keiko excesivamente dirigido a lo corpóreo (biomecánica de la técnica o trabajos Yang) o mayormente dirigido a lo espiritual o mental (meditación o trabajos Yin) y es por ello que el practicante quizás sea cuando más ayuda, consejo y enseñanza necesita de su guía, profesor o maestro. 

Ahora bien, “auto-cultivo” lleva inherente una parte personal o interior del sujeto como es su mente, su corazón, su conciencia, su alma… o su espíritu; y esto también conlleva un crecimiento personal que por la vía del entrenamiento debe ir adquiriendo poniendo de su parte su “granito de arena”, su propio afán de investigar, su propia idea e experimentar o a descubrir.

El Ki es el elemento de transmisión entre espíritu-mente y cuerpo. Pero también es una energía, que ahora está de moda denominarla “bio-electricidad”, pero esto es sólo una curiosidad. Alguien dijo que el Ki era una especie de “corriente” que produce un estado de alerta-atención similar al del Zanshin, sólo que de una forma sensorial interna y con movimientos rápidos o lentos que dependen de cada situación en concreto.

Es importante considerar desde la enseñanza y desde el entrenamiento, el valor de la conciencia junto con los valores físicos y técnicos. Estamos hablando de nuevo de Espíritu-Mente, Cuerpo y Técnica pero todo ello catalizado por el valor útil y eficaz de esa energía llamada Ki

Hoy es frecuente comprobar que la “deportivización” del arte marcial desbanca a menudo las tradiciones y los preceptos, amén de aquellas técnicas que no le son propias. Deporte es competición, y competición es la busca irremediable de la victoria. Aquellos valores de que lo importante es participar… ya poco o nada importan: digan lo que digan, se impone el “sólo se recuerda al campeón”.

Quizás, no sólo se trata el dejar de lado múltiples técnicas que no son propias o beneficiosas al competidor…  a veces, la estrategia competitiva busca no sólo aquellas técnicas más vistosas o espectaculares en principio, sino que se fuerzan acciones buscando hasta el límite extremo los límites del reglamento, en lugar de la acción noble. Competidor y entrenador, en ocasiones, nadan por las aguas fronterizas de lo prohibido y lo permitido... de la sanción.

La competición y/o las exhibiciones son el espejo de la Escuela, se debe tener cuidado y atención a ella. No cabe duda que es un "Kyôsei" (desde el punto de vista de "simbiosis"), que convive y ayuda, sobre todo con los jóvenes o adolescentes marciales, de inestimable ayuda al mantenimiento de la Escuela o de los clubes.
Pero es necesario tener un "celo" o cuidado especial en velar por los valores intrínsecos del arte marcial en particular. 

Porque en circunstancias normales o no tan normales, la actividad competitiva no controlada, dentro del entrenamiento puede originar que se produzca un énfasis excesivo en favor de la Técnica (Gi) y el cuerpo (Tai) en detrimento del cultivo del espíritu de la persona: donde sólo cuenta la preparación física y crecimiento técnico especializado, y donde la estrategia pueda en ocasiones llegar a sustituir el trabajo de base. 
 
Los grandes maestros del Budo siempre han mantenido que introducir el Shin o espíritu en Dojo, en el tatami, en la sesión marcial es lo verdaderamente severo, esforzado y duradero en el tiempo. 

El saber, el conocimiento, la sabiduría que se adquiere en el día a día es, verdaderamente, lo que ocasiona la capacidad para el progreso en la ejecución técnica del estilo marcial, y por consiguiente el acondicionamiento físico. “Shin to Kokoro”, mente y corazón, son los lugares de procedencia de la sabiduría. Un equilibrio total entre los tres elementos: el físico, el psíquico y el espiritual es la esencia del arte marcial: positivismo, efectividad e idealismo.

El Maestro Nanbu siempre ha buscado este equilibrio del “SanKu” en todo su legado, en toda su creación. Los tres elementos siempre están presentes en sus enseñanzas. Las eternas interacciones del Yin-Yang, el Go y el Ju, el Sokudo kaihatsu-hō (速度開発法, método del desarrollo de la velocidad), el Kime no bunkai, etc., facilitan al estudiante de Sankukai el trabajo hacia la apertura, implicando todo el cuerpo, haciéndole seguir un camino que le llevará a alcanzar la armonía de conjunto.

Doshu Nanbu entendía como “armonía de conjunto” ese todo, ese círculo que es el Sankudo, donde la práctica marcial es enfocada hacia la Paz y hacia la tranquilidad… ya en el Nanbudo, llamó a esto Kyosei.: el respeto y ayuda hacia los demás.

Comentarios

  1. Última entrega de la filosofía Sankukai. Un pequeño y sentido homenaje al Maestro Yoshinao Nanbu de aquel momento. Este "Post", nos deja en el momento del inicio del Sani Ittai del NANBUDÔ, pero ya para un poco más adelante...

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