MATIZACIONES ENTRE BUJUTSU Y BUDO.
Muy a menudo, en las sesiones que se imparten dentro de la práctica de un determinado arte marcial, nuestros profesores o maestros, suelen marcar las diferencias existentes entre Bujutsu y Budo. Aunque de apariencias similares, estos dos vocablos tienen connotaciones muy distintas. Y la diferencia estriba en el enfoque o fin a que se destinan las técnicas aprendidas en cada arte marcial.
Lo mismo sucede con otros muchos vocablos (kanji) cuyas traducciones a menudo dan lugar a diferentes interpretaciones. Los que practicamos artes marciales nos encontramos con palabras o expresiones que nos resultan muy familiares, pero a veces, algunas de ellas no terminamos de ubicarlas de forma concreta. Samurai, katana, shôgun, daimyô, Meiji, Satsuma, bujutsu, bushido, koryu, gendai, bugei, ronin, budo, dojo… y un sin fin más de ellas, nos resultan conocidas. Pero también es cierto que, creyéndolas ubicadas en nuestro intelecto, a veces alguna de ellas nos deparan algún tipo de sorpresa en forma de nuevos conocimientos.
Durante muchos siglos Japón estuvo gobernado por regímenes déspotas muy similares al feudalismo europeo denominados Shogunatos. Durante largos periodos, el emperador de Japón (Hijo de los Dioses, según creencias) no tenía la potestad de antaño, sino que dependía del Daimyô (señor feudal) más importante. Este Daimyô más importante se titulaba “Shôgun” y éste era el mayor rango a que podía acceder y obtener un daimyô. De este título surgía la descripción de “shogunato o bakufu”, que era la forma de denominarse a esos regímenes políticos. En esta situación Japón permaneció prácticamente aislado hasta 1853.
Fue en esta época cuando llegó a Japón una flota armada de EE.UU. (dirigida por el Comodoro Perry) para forzar un tratado comercial. Al carecer Japón de una armada capaz de hacerle frente, tuvo que aceptar aquel tratado extranjero… Fue entonces cuando Japón comenzó a evidenciar su debilidad como país aislado y empezó a sentir la necesidad de cambio.
Surgió entonces una revolución desde la misma clase dominante: los daimyô. Aparecieron dos bandos, los daimyô pro Shôgun y los contrarios al shôgunato (Ishin shishi). Al final, tras cinco batallas (Guerras Boshin) y en 1868 el emperador Meiji recuperó el poder real y disolvió el shôgunato. A partir de este momento comienzan una serie de cambios conocidos como la Restauración Meiji. Entre estos cambios, se encuentra la abolición de los derechos de los samurai.
La Restauración Meiji en Japón y después el decreto Haitorei (1876, que prohibía a los samurai portar sus sables en público) tienen su relevancia e influencia en las artes marciales japonesas, que aunque no determina fecha exacta, produce una división en ellas. Aparecen dos formas de denominar a las artes marciales: Koryû y Gendai Budo (antiguas y nuevas artes marciales).
Koryū (古流) es una palabra japonesa que se puede traducir literalmente como antigua escuela o estilo clásico. Se utiliza para denominar a aquellas artes marciales que surgieron antes de la restauración Meiji. Estas artes marciales clásicas son las enseñanzas que provienen directamente de la cultura militar feudal japonesa, y respondían a las necesidades de supremacía y supervivencia, predominantes en dicho contexto histórico y social, siendo por lo tanto la efectividad en combate algo primordial, aunque no necesariamente en detrimento del desarrollo personal del individuo.
Bujutsu (武術) o Bugei (武芸). Ambos términos se traducen por igual (BU=militar; y Jutsu = técnica o Gei = arte): técnicas militares o “la ciencia o el arte militar o de la guerra”. Surgieron con el objeto de ser plena aplicación efectiva de las técnicas de combate y tácticas marciales utilizadas por para el combate o la guerra. Las artes marciales aquí practicadas fueron llamadas “Ryû” o escuelas, y muy a menudo utilizaban la terminación “jutsu” o “jitsu”.
El Shuygo (formación intensiva) del Bujutsu tiene como objetivo la preparación del guerrero, de observar y entrenar la realidad y eventualidades de situaciones reales de combate, de buscar y usar la técnica correcta con el único fin de la supervivencia, a la que sólo se accede a través del éxito en el enfrentamiento: no hay “control” de la técnica, todo lo contrario, se busca provocar el mayor daño posible (muerte incluida) en el menor tiempo posible… “no hay segundas oportunidades: vives o mueres”.
Naturalmente, hoy, tiempos de paz… quienes practican disciplinas asociadas al Bujutsu, aceptan una práctica más racional o acorde al momento actual… pero no de desvarían en absoluto de ese espíritu de supervivencia. Los distintos cuerpos militares actuales, el soldado moderno, no busca un aprendizaje de las armas correspondientes o de las técnicas “cuerpo a cuerpo” para perfeccionar su carácter, aprenden para usarlas, para derrotar al enemigo, y sus fines son de aplicación si llega el momento requerido. Así es como se afronta el Bujutsu. Antaño, las técnicas y tácticas del combate sin armas también eran desarrolladas, pero en menor medida que las técnicas con armas, y generalmente entendiéndolas como un recurso excepcional para circunstancias muy concretas. Sin embargo existen algunas escuelas especializadas en este tipo de trabajo, conocidas como "Yawara" o "jujutsu" la mayoría de las cuales surgieron durante el periodo Edo.
Cada escuela o Ryû, tenía una idiosincrasia propia, independiente de las demás, y cada una mantenía su propia forma de organizarse y sus normas internas particulares. A la cabeza de cada Ryû existía la figura del Sōke, el heredero de la tradición, y que suponía su máxima autoridad, y responsable de asegurar la correcta transmisión de las enseñanzas.
Las artes modernas surgidas y popularizadas con posterioridad a este evento político japonés, al final del siglo IXX y durante el siglo XX son las denominadas Gendai (现代), estas suelen entenderse como disciplinas adaptadas a las necesidades existentes en nuestra sociedad actual, más orientadas al desarrollo personal, técnico y físico del individuo, en ocasiones también como deportes, y en algunos casos también para su uso en la defensa personal llegado el caso. Algunas de estas disciplinas modernas son: el Aikidō, el kendō, el kobudo, el iaidō, el jōdō, el karate-Do (arte marcial originado por la nobleza de Okinawa, y posteriormente japonizado en el siglo XX), y el judō.
Budô 武道. Es la forma más moderna de entender el arte marcial. Para BU (武) siguen en vigor los mismos significados vistos antes, pero el segundo término o kanji lo cambia totalmente. DÔ, michi (道) se traduce como carretera, camino o senda; y viene a decirnos que es el camino marcial. Y este Dô o camino es el medio que transporta al practicante a un nivel filosófico que relaciona cuerpo-mente-espíritu.
Vemos ya de entrada diferentes connotaciones de traducción, pero antes de profundizar, indicar que no existiría una forma de arte de Budo sin contar con la forma padre: el Bujutsu. Los “caminos marciales” o Budo nos muestran esa matización, en cambio, que transforma al Bujutsu en una nueva dimensión de acuerdo al momento actual, fuera de estados de guerra o de preparaciones tanto militares como paramilitares, que no por ello, han dejado de seguir en sus practicas. El budo tiene menos que ver con la aplicación práctica y realista de las técnicas de las artes marciales japonesas ya que no resultaría apropiada en la sociedad de hoy, en la sociedad moderna, centrándose con mayor énfasis en una búsqueda de la perfección de la moralidad del practicante. Buscando como objetivo la traducción de todo aquello que el alumno aprende en el Dôjô para su aplicación en la vida cotidiana y en la auto-perfección.
El arte marcial se practica como una forma de vida: desde los aspectos físicos y morales hasta, incluso, los espirituales en pos de hallar un enfoque de desarrollo personal, de superación… de realización del individuo.
Las artes marciales en Japón, son extraordinariamente diversas, tienen variados y diferenciados instrumentos de formación, con filosofías y métodos dependiendo de los estilos o escuelas.
“El objetivo del Karate-Do no reside en la victoria o en la derrota, sino en la perfección del Karate de sus practicantes” (Gichin Funakoshi Sensei). Esta famosa frase del fundador de la escuela Shotokan, explica con claridad la idea fundamental del Budo. En un nivel filosófico y físico, la educación ideal en el Budo hace que el practicante se enfrente diariamente en el Dojo ante si mismo, en una confrontación entre él y la imagen mental de lo que él mismo piensa: la percepción y la realidad.
Ahora, el Shugyo, es el entrenamiento intensivo, donde se mira hacia dentro de sí mismo para hallar aquello de lo que no era consciente y, que es, el objetivo de convertirse en lo mejor que él puede llegar a ser. En el aspecto puramente técnico, el Budo observa la estética de la técnica, la mejor manera de entender y realizar el Kihon diario… todo aquello que es bueno y positivo del arte marcial, en cada una de sus técnicas, pero en oposición a su aplicación real, o sea, shugyo es la búsqueda del control preciso y de la perfección técnica en la ejecución de cada gesto técnico.
El sufijo Dô, camino, se añade al arte marcial y este es el indicativo de todo esto que se expone. El Judo, Kendo, Karatedo, Aikido, Nanbudo son algunos ejemplos de las muchas artes marciales que hoy se practican en el mundo. Dô indica que un determinado arte marcial cambió su metodología de forma, que perdió el aspecto Koryu o de Bujutsu y que ahora adopta la formación educativa del Budo o del Gendai.
Conclusiones.
Que mejor conclusión que las propias palabras que utilizó Agustín Subías Sensei en el pasado “I Master-Class” que organizó no hace mucho el CTL Sankukai, en su seminario “Las luxaciones en el To-De” (http://koryubudo.blogspot.com.es/2012/12/i-masterclass-sankukai-las-luxaciones.html#more):
“Hemos de prestar una atención especial a las dos formas generalizadas de aplicación de estas y otras técnicas que practicamos: el nin-jutsu o kappo-jutsu (rotura de huesos) es Bujutsu, todo lo “apellidado jutsu” hace referencia a un uso donde se busca la máxima eficacia de bunkai en base a obtener el máximo rendimiento y precisión… y que casi siempre conlleva a la “humillación” del adversario que sufre dichas técnicas, al tiempo de dar una “superioridad” revertida en el ejecutante y llegando siempre al máximo desenlace. Mientras que, aquellas formas de aplicar las técnicas desde la visión con “apellido Dô”… Budo, desembocan en el desenvolvimiento de respeto y cuidado del “uke”, viéndolo como un compañero que nos permite el aprendizaje y perfeccionamiento de dichas técnicas sin llegar a producirse daño alguno, a través de un exquisito control de las mismas. Quiero enfatizar que, la denominación de, por ejemplo, luxación… es referida a la ruptura de una articulación. Nosotros, al referirnos a las técnicas de luxaciones, naturalmente, estamos refiriéndonos a las “pre-luxaciones”, llegando solamente hasta el momento anterior de producirse siquiera el dolor, es decir, buscando el no provocar lesión alguna en el compañero “uke”, sobre quien es aplicada la referida acción o gesto técnico”.
Las Competiciones (deporte) en las Artes Marciales.
La difusión de las Artes Marciales en Occidente vino de la mano de las distintas modalidades competitivas que cada una de ellas (en su mayoría) trae implícitas. Esto es un hecho, y si bien hoy podemos diferenciar entre arte marcial tradicional y de competición, de alguna forma, quienes disfrutamos con la práctica de una u otra forma o de ambas, es gracias a esa simbiosis donde ambas conviven.
En las últimas décadas, la mayor parte del Budo se ha centrado en su visión o práctica deportiva como el medio para la auto-perfección. El fin ha sido la aplicación de la técnica realista sin romper el “ideal” del Budo. Aunque pueda parecer como cierto “debilitamiento” del Budo, lo cierto es que es necesario de Reglamentos que hagan posible la competición del arte marcial desde el punto de vista deportivo: eliminación de técnicas peligrosas o de direccionalidad de las mismas.
Aquí es donde juega un papel importante el profesor que, unas veces será el Sensei y otras el Coach, según se trate de sesiones de “tradición” o de sesiones de “competición”. Tradición y Deporte, hoy en día están condenadas a coexistir, pues existe una demanda de ambas prácticas.
Y digo que el profesor tiene su responsabilidad porque esto tiene su complejidad: mientras que la filosofía Budo el adversario a vencer es uno mismo… la competición deportiva pide vencer al rival. La educación juega un papel fundamental a inculcar al alumno, que normalmente competirá de joven y… buscará el Dô de mayor.
Podemos ver Dojo enfocados exclusivamente al Budo y otros al deporte. Bueno, si pueden subsistir así pues magnífico. Pero lo más lógico es que en un Dojo halla practicantes de ambas situaciones. La práctica marcial evoluciona cuando las cosas se hacen bien, con el Dojo, con el Arte Marcial, debe suceder lo mismo, el ideal debe ampliarse al mutuo beneficio y bienestar de todos los que lo integran o practican.
Dar a cada uno aquello que busca, en su momento adecuado y fomentar la convivencia es el nuevo objetivo a conseguir: El Sensei debe encontrar un equilibrio entre la garantía de la eficacia absoluta de la técnica a través del deporte a unos y garantizar la búsqueda del Dô a través de lo “Tradicional” a otros. Y así no sólo evitar esa fuga de practicantes que se produce cuando se agota la corta etapa que dura la competición, sino de ganarlos para una practica de por vida. Y aquí es donde cobra vital importancia la formación, la educación en los valores del Budo incluso dentro de ese mundo competitivo.
Hola! Mi nombre es Miguel Silva.
ResponderEliminarQuisiera felicitarte por tu trabajo en este blog. Es preciso y detallista.
Me gusta mucho y espero poder seguir leyendo tus publicaciones durante mucho mas tiempo.
Un saludo,
Miguel