Curso de Defensa ante arma blanca


Ayer 7 de julio en el Dojo de la Escuela Sankukai, se celebró un curso monográfico sobre defensa contra arma blanca dirigido por Luis Alfranca y que sirvió como colofón para cerrar la temporada 11/12 de Tai Jutsu que organiza Agustín Subías, director de la Escuela de Karate de Fuentes de Ebro.
Un curso que me causó una muy grata impresión tanto por el profesor que la impartió como por el contenido y forma del mismo.

Comenzó con una exposición teórica de lo que es y supone una defensa personal del individuo ante una agresión, centrada esta vez en el ámbito de situaciones ante ataques con arma blanca, concretamente ante el cuchillo. 

Luis, con una serie de ejemplos de situaciones reales, nos razonó de la necesidad de tener una preparación específica para tratar de tener alguna posibilidad de éxito ante lo sorpresivo o traicionero que supone una agresión, máxime si esta se produce con un arma blanca. 

El cuchillo es un arma temible, de alto grado intimidatorio, letal y que ofrece al portador una gran variedad de posibilidades de uso. Este arma, permite tanto ataques contundentes y profundos como acciones de “estocada”, apuñalamiento, “pinchazos”… y acciones más fluidas basadas en veloces trayectorias circulares multi direccionales y sesgadas con inesperados giros o cambios de dirección. El cuchillo permite no sólo acciones de ida, además, también es mortífero en los retornos con las típicas “rebanadas”.

Las artes marciales han podido aportar a la persona una preparación ante estas situaciones basadas en supuestos ficticios, pero esto sirve de poco ante una situación real, donde la vida de la persona dependerá en la mayor parte de los casos, de otros factores de respuesta. Hoy, las artes marciales han perdido en esencia, por la evolución de las épocas, aquello por lo que nacieron. En la sociedad actual esas artes son practicadas generalmente bien como deporte o como arte de salud, bienestar corporal, etc. Se ha perdido aquel sentido de “matar a un solo golpe” como rezaba una máxima del antiguo Okinawa-te.

Es de prever, que quien porta un cuchillo, un arma, es porque conoce como usarlo, o al menos eso debemos intuir. En una situación real, la mayor indefensión ante ataque de arma blanca se produce, no ya por lo sorpresivo o traicionero que pueda ser, sino porque no lo vemos… no podremos, en la mayoría de los casos, percibir ni el nacimiento ni la trayectoria del ataque, quizás, como mucho de una forma refleja o instintiva, pero eso puede suceder cuando ya es demasiado tarde.
Los expertos en Defensa Personal coinciden en tres aspectos que se relacionan en los ataques ante arma blanca como son la presión, la distancia y la técnica.


Por Presión entendemos la situación que provoca en el “defensor” la acción sorpresiva del agresor; el momento de presión estará en relación con la Distancia entre ambos. Un máximo grado de presión se producirá en una distancia muy reducida, lo que se denomina “zona de muerte”, conforme la presión disminuye para desventaja del agresor, la distancia se amplía para ventaja del defensor. Así pues, lo primordial es salir lo antes posible de esa zona de muerte. 

Por Técnica entendemos a todos aquellos gestos técnicos que usualmente entrenamos en el Dojo, pero buscando aquellos que sean útiles y propicios para la situación generada. En este sentido, en esta clase, trabajamos sólo unos pocos a modo de ejemplo, pero generalizando en su forma y orden. La prioridad en esa zona de muerte será la adopción de una guardia cerrada y priorizar en el bloqueo contundente simultaneado (si es posible) con acción de atemi con la otra mano ante ataques profundos y agresivos o, con desvíos más atemi ante las posibles acciones fluidas del agresor… siempre con la idea de poner distancia de por medio. Si se consigue esto último, es cuando se empieza a tener alguna posibilidad de salir airoso del ataque.

A partir de aquí, cuando la distancia aumenta y la presión disminuye es cuando entran en función técnicas como agarres con la idea de luxación por golpe o torsión del brazo armado, su inmovilización y desarme y finalmente el control y/o finalización de la situación.
Todo esto es factible de entrenar. Durante la sesión, repasamos en la práctica todas estas situaciones tratando de aproximarlas lo más posible a la situación real. Para ello, entrenamos con ropa de calle con sus incomodidades; las agresiones reales serán fortuitas y su autor no te avisará para que te prepares ante ella… así que, a modo de “calentamiento” realizamos una serie de cambios rápidos de guardia, en todas direcciones con la idea de que el temprano agotamiento físico provoque en nosotros una situación de stress. En esta situación de stress y agotamiento las respuestas técnicas son más dificultosas de realizar, y esto se asemeja un poco a lo que se produce en una situación real, donde no habrá tiempo ni para pensar.

El trabajo fue por parejas, donde se alternaban los papeles de agresor y defensor, trabajamos las distintas partes de presión-distancia-técnica, de más fluidez a mayor profundidad y contundencia. Ocasional y aleatoriamente, Luis marcaba espacios de tiempo de “10 segundos” donde el agresor atacaba durante ese tiempo con la mayor velocidad, con la mayor cantidad de formas posible de ataque con cuchillo al que en ese momento tenía el papel de defensor. Esto es importante, porque los expertos afirman que el umbral de un ataque con arma blanca dura un par de segundos, tres a lo sumo… aguantar este tiempo con el menor perjuicio posible es donde se basa la esperanza de sobrevivir a la agresión.
En un pequeño descanso intermedio a esta sesión que se fue más allá de las tres horas, Luis nos describió las distintas zonas nobles donde generalmente son dirigidos los ataques con arma blanca, las partes de brazos que debemos ofrecer en la defensa para que los inevitables cortes no sean de la gravedad que suponen cuando por ejemplo, se producen en la parte interna de antebrazo, muñecas o zonas femorales de las piernas.

Todo un curso y una exposición dirigido por Luis Alfranca fantástico. No había tenido el placer de entrenar antes con Luis y este curso me ha servido además de por su positivo contenido práctico y técnico, para conocerle en su aspecto docente. La impresión que me causó fue extraordinaria, un gran maestro de Budo en este campo de la Defensa Personal, profundo conocedor del arte marcial. En muchos momentos del curso recordaba aquellas clases de Tai Jutsu y de Shikara que impartía Santiago Velilla, mi primer maestro de Budo allá por los mediados años 80. Espero, la próxima temporada, poder tener la fortuna de entrenar nuevamente con Luis en sus clases en Fuentes de Ebro.

Luis terminó el curso agradeciendo a Agustín Subías y a su Escuela de Fuentes, la organización de las clases de Tai Jutsu en su Dojo. La sesión también me sirvió para convivir de nuevo con compañeros de artes marciales y de la posibilidad de conocer a otros nuevos. Todos agradecemos el espíritu de Budo y apertura que se respiro en esa mañana sabatina. Gracias a todos.

"El dolor físico es la señal de una perturbación del organismo, la presencia de una influencia nefasta para él mismo; nos abre los ojos sobre un peligro amenazante y nos previene por el sufrimiento que nos depara para que tomemos las medidas de defensa. Rudolf von Ihering".

Comentarios

  1. Una vez más una acertada crónica,, lamento de verdad habermela perdido,,, así me entero de que fue el día(pero no me fui a los toros,,ojalá)jajajaja.
    de peón de albañil estube,,¿que te parece?

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  2. jajajajajajajaj concuerdo kon el extraterrestre de arriba

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